¿Cuántos Unos habrá en la Tierra? ¿Cuántos en el Universo?.
Todo el mundo escupe sangre a veces corazón!
¿Cuánta mierda habrá que tragar?, ¿Cuánto tiempo resistirá el pecho antes de estallar?
Todo el mundo escupe sangre a veces corazón!
¿Cuántas vueltas habrá que dar al círculo?, ¿Cuántos kilómetros tras zanahorias de cartón?.
Todo duele más cuando no te hallo... porqué.
¿Y si nunca alcanzas eso que tanto anhelas, eso que ni siquiera sabes qué es?.
Todo duele más cuando no te hallo... porqué.
¿Y si nunca alcanzas aquello que tanto anhelas?
¿Y si nunca alcanzas aquello que tanto anhelas?
Este cáncer espiritual que deglute el alma, estas dudas corrosivas, acumulativas.
Este vatercló de porcelana, cárcel de ratas que mueren ahogadas.
Tanto miedo a no-ser. Profecía autocumplida.
Condenado a un amanecer eterno, en la dictadura de la Hipocrecía.
¡Oh!, Universo de apariencias, máscaras y disfraces.
Tu hedor enferma, pero no es mierda a lo que apestas, sino, a mentira.
¡Dios no llora, se mea de Risa!, fue la sentencia que se oyó como el estruendo de un rayo en los alrededores de la plaza. Era el curandero Parópio en las escalinatas de la Catedral, ante un par de palomas que intentaban montarse entre sí y una multitud de ratas nerviosas, que desde enfrente, observaban atónitas la danza pagana que con aires operísticos realizaba el viejo harapiento.
La Gente que pasaba frente a Él lo observaba; algunos con indiferencia, otros, reían al ver como el viejo tambaleaba en una especie de ritual ancestral. Pero nadie comprendía cómo, con tan paupérrimo semblante, no caía por las escalinatas.
Este Diógenes moderno; cínico entre los cínicos, beodo eterno, loco perdido con tantas convicciones; era cual Noche al Día, Mal al Bien, Diablo al Dios, para ésa Gente alienada con sus miradas de vacas perdidas en un verde mar.
Era todo lo que Ellos debían ver para reafirmar sus convicciones, para sentir que sus vidas valían la pena, para llegar a sus hogares y estar felices de tener uno, para disfrutar todas las comodidades del hombre civilizado, para exitarse al encontrar a su mujer arreglada para ése trámite que seguro vendría luego de cenar, luego de ese beso en la frente a sus hijos, de esa charla banal, de una dosis de Tv, de ese juego presexual que ambos aborrecen. Finalizado el sexo, quizá volverían a pensar en ese Loco, y con una mueca en la cara llegarían al sueño profundo que visita a los conformistas.
Puede que sufran pesadillas, quizás sean con el Loco Parópio pero al despertar sus ojos percibirán todo su entorno, y nuevamente se enamorarán de la persona que está a su lado, se sentirán felices por sentir el abrazo desinteresado de sus pequeños, amarán sus casas; sus autos, sus baños, sus ropas. No dudarían de la felicidad que sienten, que es lo auténtico, lo original, lo único. Como así también son únicas; sus casas, sus autos, sus ropas, sus estúpidos y obviamente únicos golden´s retriever, sus anteojos edición especial.
Parópio, ahí desde las escalinatas comprende el error. Todo es igual. Él, también se creyó especial, loco, fuera de serie, outsider. Y se sintió feliz, y creyó haber hallado la senda. Hasta que se derramó sobre si otra parte de la realidad, vio que no era el único. Eso fue suficiente. Dejó todo lo que creía que lo hacía único, comenzó a hablar solamente con los animales, llegó el tedio y tuvo un último pensamiento. Comprendió la tragedia y la comedia. Dios no llora, se mea de Risa.
No puedo dejar de pensar con que empeño la abeja intenta suicidarse.
Sí, definitivamente, es su deseo más profundo. Pero, es una abeja mielera, ¿por qué está sola?
Vuela contra el vidrio transparente que le hace ver su Libertad, pero a la vez cumple la doble función de barrera infranqueable.
Tiene la posibilidad de escapar. La ventana no está cerrada ... si solamente mirara por debajo de su nariz.
¿Pero, qué estoy diciendo? , si las abejas no tienen nariz, Simio que decís!.
Tomo dos panes congelados y los coloco en el microondas, vuelvo a estudiar. Espero el sonido que me haga regresar a la cocina. Ahí está, vuelvo saco los panes, me confundí de función, están duros como piedra.
Oigo el zumbido desesperante. Miro el ventiluz, ahí sigue atrapada. Pienso intervenir, salvarla. ¿Pero quién soy para intervenir en el devenir de la Naturaleza?.
Alejo mi mano y dejo que siga chocando contra el vidrio.
Pasan lo minutos, ella empecinada en burlar a la Naturaleza y traspasar el vidrio. Afuera todo parece tan perfecto, armonioso y bello. Las golondrinas danzan, los gorriones hiperquinéticos saltan de un lado a otro, las palomas se aparean impúdicamente.Y ella parace tan frágil adentro, luchando contra semejante vidrio, todo es tan terriblemente humano, tan lleno de peligros para esa pobre abeja.
Intento calcular el tiempo que podría estar aleteando hasta acabar con su vida.
Oh!, veo que decidió vivir, vuela hacia la colmena.
También veo a las nobles golondrinas volar eufóricas.
Todos deseábamos con bestial frenesí a Martita. Martita era la Reina de la Noche, buen par de gomas, culo parado, flequillito, ropas estrechas y siempre dos o tres latigillos en la punta de su lengua que te hacían temblar los cimientos.
En medio estaba Juan, todos éramos amigos de Juan. Él era el típico idiota del grupo, que, a pesar de todo, tenía "ese encanto" que solamente ellas logran descubrir.
Todos éramos militantes de la A.M.B.Q.M. (Agrupación mas buenos que la mierda). Eran tiempos de lecturas maratónicas. Nos desvivíamos por engullir todo el conocimiento que nos era asequible. Entre ellas, la anécdota de Damocles.
Cuando Martita llegaba a nuestra Cajita de Marfil el clima cambiaba de forma drástica, así como lo hace el viento Sur en la Costa Atlántica. Pero ella no era frío ni anunciaba el temporal, más bien todo lo contrario. Ella, anunciaba el calor, el deseo, el apetito carnal, en fin, nos ponía al palo. Tenía esa potencia de un saque de la más rica merluza, el mundo se achicaba ante tus pies, tu voz resonaba como la del discurso fúnebre; poderosa y persuasiva, sentías el poder de conquistar el mundo.
Ahí nos encontrábamos, rodeándola, sirviéndola, buscando por cualquier medio una pizca de su puta atención. Pero ese estilo de hembras, si que saben de ardides para contener un rebaño de carneros en celo.
A Juan en cambio, nunca le prestábamos atención. En medio de sus charlas, siempre aparecía el irrespetuoso que, como si Juan no existiera, cortaba en seco su conversación para arrancar con un tema nuevo. Juan callaba, y nadie era capaz de ubicar al gil, para que Juan pudiera terminar sus palabras. Siempre se lo hallaba con el pensamiento perdido quién sabe dónde. Era de pocas palabras, algo tímido quizá. En su rostro se dibujaba como una perpetua preocupación, algo que lo perseguía sin darle respiro. Nosotros, no entendíamos cómo Juan no era feliz, con la Perra que tenía a su lado.
Una tarde de primavera, luego de oír el golpe seco de la puerta de nuestra Cajita de Marfil ingresó -como lo hacía siempre- el viejo Sileno. Era una especie de guía espiritual de nuestra agrupación. El hombre de las cien batallas, quién encabezó la resistencia en los años 70. Enigmático, borracho pero sabio. Se dice que cuando estaba ebrio poseía una sabiduría especial y el don de la profecía. Siempre andaba harapiento, descuidado en su aspecto, era alto y panzón, algo calvo y con una prolongada barba, de 30 años como solía decir.
Así como fue de imprevista su visita, también lo fue, la frase que espetó.
- No caguen mas alto de lo que les da el culo, pendejos!.
Luego, desapareció.
Todos quedamos con esa frase en forma de eco revoloteando sobre nuestras mentes.
Traté y traté durante muchos días de encajar la frase en algún cuadro, pero era inútil, hasta que dejé de pensar en ella.
No fue sino hasta después de varios meses de insistencia que logré comprender lo que era estar junto una hembra como Martita. Me vi en el espejo, y ya no era más yo, era el tipo amargado que tanto envidiaba.
Esos pájaros de la noche, que oímos cantar y nunca vemos. Ese diablo que mea en todas partes, y en ningún lado hace espuma.
¿Por qué el domingo es azul?, porque el azul es frío, porque el océano es; abismo, inmensidad, mayestático, único.
Because the sky is blue
It makes me cry
Because the sky is blue ah
No te pongas azul
Don't turn blue
In a good friend's bathroom
Don't try to reach the moon
Trough the things
that go on
In the dark room
Don't let your heart not burst
Just because you must hide
We
all know,we all know, we all know
That real life is inside
La fiebre de un sábado azul
y un domingo sin tristezas.
¿El azul es frenesí?, o todo se lo debemos a Picachu
Porque estoy condenado a ser libre, porque la exístencia precede a la esencia, porque cuando asumo que soy responsable de mi vida me causa espanto y grito
Porque cuando logro la paz y quiero observar el panorama, descubro la niebla.