Fábula IX (Félix María Samaniego)
El Cerdo, el Carnero y la Cabra
| Poco antes de morir el corderillo |
| lame alegre la mano y el cuchillo |
| que han de ser de su muerte el instrumento, |
| y es feliz hasta el último momento. |
| Así, cuando es el mal inevitable, |
| es quien menos prevé más envidiable. |
| Bien oportunamente mi memoria |
| me presenta al Lechón de cierta historia. |
| Al mercado llevaba un carretero |
| un Marrano, una Cabra y un Carnero. |
| Con perdón, el Cochino |
| clamaba sin cesar en el camino: |
| -¡Ésta sí que es miseria! |
| Perdido soy, me llevan a la feria. |
| Así gritaba; mas ¡con qué gruñidos! |
| No dio en su esclavitud tales gemidos |
| Hécuba la infelice. |
| El carretero al gruñidor le dice: |
| -¿No miras al Carnero y a la Cabra, |
| que vienen sin hablar una palabra? |
| -¡Ay, señor -le responde-, ya lo veo! |
| Son tontos y no piensan. Yo preveo |
| nuestra muerte cercana. |
| A los dos por la leche y por la lana |
| quizá no matarán tan prontamente; |
| pero a mí, que soy bueno solamente |
| para pasto del hombre... no lo dudo: |
| mañana comerán de mi menudo. |
| Adiós, pocilga; adiós, gamella mía. |
| Sutilmente su muerte preveía; |
| mas ¿qué lograba el pensador Marrano? |
| Nada, sino sentirla de antemano. |
| El dolor ni los ayes es seguro |
| que no remediarán el mal futuro. |
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