Y volví a sentir todo aquello. Luego de tanto tiempo, creyendo que había logrado sepultar de una vez y para siempre todo ese torbellino de sentimientos que me atravezanban haciéndome enmudecer.
Sospechaba que tu presencia iba a ser en cuerpo y alma. Me veía evolucionado.Que en mi ser se había producido un cambio radical y ya nada podía intimidarme. Aunque sea una verdad en partes (como todas las verdades) que mi ser a evolucionado, no estimaba bajo ningún punto de vista tal retroceso.
Llegué puntual como es de costumbre, toqué el timbre y me recibieron los padres de Él, como no podía ser de otra forma. Es así que, los saludé afectuosamente e inicié una charla. Como siempre me gusta hacer con las personas que hace mucho tiempo no veo y profeso cariño. Les conté en un breve relato mi último año. La charla fue muy amena. Acto seguido me dirijo al quincho, donde se encontraban todos incluida Vos. No pude mas que evitarte, y ello no fue instintivo. Yo, ya lo había meditado así, era mi estrategia a seguir. Siempre había sido tan dispuesto; tan francamente amable, tanto te había prestado el oído y tan profundo era mi pesar luego de que te perdía, que había resuelto cambiar. Ser frío y distante para observar tu reacción.
Nos saludamos muy protocolarmente, como es regla general, con las clásicas y a mi sentir repugnantes preguntas y respuestas de ocasión al estilo,- Hola!, tanto tiempo !, todo bien ?, si todo bien, bla bla bla- que le caben de lleno el calificativo de palabras ociosas.
Aunque sabes, cómo siempre intentaba comenzar una charla de forma radical. Huyendo de lugares comunes con el único afán de mantener tu atención, sostener tu mirada. Tu mirada que me hace sentir que existo. Pero esta ocasión no fue así, me empapé del protocolo y lo seguí de principio a final.
Llego el momento de la cena y no puede pasar mas de dos o tres bocados. Todo mi ser estaba al servicio tuyo, aunque hacia fuera, ni el más mínimo indicio se manifestase. Es así, como volví a encerrarme en mí mismo, como me desplacé hacia la seguridad de ese rincón oscuro para dejar ahora de ser yo y convertirme en una sombra más en la mesa.
Dentro de mi estrategia estaba pautado provocar el mínimo contacto visual con Vos. Y así lo hice (aunque me arrepiente) me bastaron dos vistazos para recordar lo que eras y lo que sos. Tus cabellos dorados en bucles que caen hasta tus hombros; tus ojos miel grandes y cómplices, tu pequeña nariz y boca con sus labios finos, tu aire siempre festivo, tu avasallante seducción en fin ese todo que me moviliza no solo el instinto, sino, también el pensamiento razón por la cuál te considero tan especial.
Todo eso es lo que ví, que siempre supe que estuvo ahí. Pero también siempre supe que a pesar de todas esas noches de charlas orgiásticas, de abrazos y caricias sugestivas, de miradas de deseo, de finales que nunca llegaron a ser finales. Siempre supe que nunca lo ibas a poder dejar , que lo que habían sellado era mucho más fuerte, que lo tuyo con migo era simple curiosidad, que lo verdaderamente real te lo provocaba Él. Fué entonces que advertí el anillo en el índice de ambos y con súbito espasmo recordé que había sido Yo padrino de tu boda. Eso fue todo.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario