1. Llamada misteriosa, tomo el tubo del teléfono y solamente siento una presencia que oye del otro lado.
Rápidamente evalúo las posibilidades en cuanto a quién podría ser la persona del otro lado de la línea. Se me ocurre Cialu, ella es así de misteriosa, o al menos, le gusta ese juego.
2. La duda me entra y me come el cerebro, escribo un msj y se lo envío, obviamente ella no se hace cargo. Intercambiamos msjs y me dice que lea un cuento.
3. "Una flor amarilla" El problema es que no logro quitarme a la Princesa Guaraní de mi cueva, es un eco sin fin.
No se qué hacer y decido leer el cuento.
4. Leo las primeras líneas, no tengo ganas de seguir, la mente fija su atención.
Parece una broma, pero somos inmortales. Lo sé por la negativa, lo sé porque conozco al único mortal. Me contó su historia en un bistró de la rue Cambronne, tan borracho que no le costaba nada decir la verdad aunque el patrón y los viejos clientes del mostrador se rieran hasta que el vino se les salía por los ojos. A mí debió verme algún interés pintado en la cara, porque se me apiló firme y acabamos dándonos el lujo de la mesa en un rincón donde se podía beber y hablar en paz. Me contó que era jubilado de la municipalidad y que su mujer se había vuelto con sus padres por una temporada, un modo como otro cualquiera de admitir que lo había abandonado. Era un tipo nada viejo y nada ignorante, de cara reseca y ojos tuberculosos.
5. "Ojos tuberculosos", últimamente mis ojos están inyectados en sangre, mi parte hipocondríaca se suma a la escena. Busco imágenes de ojos tuberculosos.
6. No veo nada que se relacione con lo que busco, hasta esa pintura que logró concentrar mi atención.
7. Busco Nerdrum en la Uiki, comienza a desarrollarse esa sensación, hay algo que quiere hablarme, tengo una intuición.
8. Leo en inglés Antroposofía, la ansiedad ya domina mi cuerpo, no logro pensar en nada más que en lo que estoy haciendo, por primera vez en días o semanas.
9. Conozco a Steiner y ya nunca lo voy a olvidar.
10. Termino de leer su "biografía", y termino con el cuento.
Contó que en un autobús de la línea 95 había visto a un chico de unos trece años, y que al rato de mirarlo descubrió que el chico se parecía mucho a él, por lo menos se parecía al recuerdo que guardaba de sí mismo a esa edad. Poco a poco fue admitiendo que se le parecía en todo, la cara y las manos, el mechón cayéndole en la frente, los ojos muy separados, y más aun en la timidez, la forma en que se refugiaba en una revista de historietas, el gesto de echarse el pelo hacia atrás, la torpeza irremediable de los movimientos. Se le parecía de tal manera que casi le dio risa, pero cuando el chico bajó en la rue de Rennes, él bajó también y dejó plantado a un amigo que lo esperaba en Montparnasse. Buscó un pretexto para hablar con el chico, le preguntó por una calle y oyó ya sin sorpresa una voz que era su voz de la infancia. El chico iba hacia esa calle, caminaron tímidamente juntos unas cuadras. A esa altura una especie de revelación cayó sobre él. Nada estaba explicado pero era algo que podía prescindir de explicación, que se volvía borroso o estúpido cuando se pretendía—como ahora—explicarlo.
Resumiendo, se las arregló para conocer la casa del chico, y con el prestigio que le daba un pasado de instructor de boy scouts se abrió paso hasta esa fortaleza de fortalezas, un hogar francés. Encontró una miseria decorosa y una madre avejentada, un tío jubilado, dos gatos. Después no le costó demasiado que un hermano suyo le confiara a su hijo que andaba por los catorce años, y los dos chicos se hicieron amigos. Empezó a ir todas las semanas a casa de Luc; la madre lo recibía con café recocido, hablaban de la guerra, de la ocupación, también de Luc. Lo que había empezado como una revelación se organizaba geométricamente, iba tomando ese perfil demostrativo que a la gente le gusta llamar fatalidad. Incluso era posible formularlo con las palabras de todos los días: Luc era otra vez él, no había mortalidad, éramos todos inmortales...
"El pensamiento es un órgano de percepción al igual que el ojo o el oído. Del mismo modo que el ojo percibe colores y el oído sonidos, así el pensamiento percibe ideas» Goethe
Las ideas de Nietzsche del eterno retorno y del Übermensch, permanecieron mucho tiempo en mi mente, pues en ellas estaba reflejado lo que una personalidad debe sentir respecto a la evolución y al ser esencial de la humanidad, cuando a esta personalidad le es impedido captar el mundo espiritual, debido al pensamiento restringido de la filosofía de la naturaleza que caracterizó el final del siglo diecinueve. Lo que me atrajo concretamente fue que uno podía leer a Nietzsche sin encontrar nada que intente volver al lector «dependiente» de Nietzsche.
Rudolf Steiner
Ser libre es ser capaz de pensar los propios pensamientos: no los pensamientos meramente corporales o de la sociedad, sino pensamientos generados por nuestro ser más interno y profundo, más original, más esencial y espiritual, nuestra individualidad.
Rudolf Steiner
No hay comentarios:
Publicar un comentario