El capitalismo moderno necesita hombres que cooperen mansamente y en gran número; que quieran consumir casa vez más; y cuyos gustos estén estandarizados y puedan modificarse y anticiparse fácilmente. Necesita hombres que se sientan libres e independientes, no sometidos a ninguna autoridad, principio o conciencia moral -dispuestos, empero, a que los manejen, a hacer lo que se espera de ellos, a encajar sin dificultades en la maquinaria social-; a los que se pueda guiar sin finalidad alguna -excepto la de cumplir, apresurarse, funcionar, seguir adelante-.

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