se la dueña de un correr desorientado

se la voz de mi andar desesperado (se el ardor de mi fuego interior, el grito de mis entrañas el dolor de mi estómago, las lágrimas de mis llantos y risas)
se la dueña de un correr desorientado sobre alfombras luminosas de estrellas lácteas.
observarte moverte en este desierto sideral de imagenes imposibles (por lo fugaces) como estrellas que encubren no sé que pedazos de asteroides que nunca alcanzan la tierra ha sido la más fabulosa a(b)tracción. como ese encuentro de cuarto de huevo cuadrático, tangente al eje x que se aproxima infinitamente tanto, como cuanto cada uno sostenga el impulso por agregar espacios a la izquierda de esa... , ...también imaginaria
Tanto cielo! Tantas Lunas! Tanto amaneceres! atardeceres! tanta cosa gris gratis sobre esta hermosa tierra. ¿Y si damos la espalda a esa belleza? ¿Cuál es esa otra belleza que no puedo ver y que  resulta evidentísima?
se la lágrima de mi melancolía pequeñoburgues. hija de que sé yo cuántos idealistas trascendentales trasnochados, seres de otro planeta, odiadores de la tierra de la piel de la carne de la sangre de mi cuerpo
oh! células rebeldes, manipuladoras (o formadoras), de esto que me quiere salir, reventar. pero  no sale. se queda trabado vaya a saber dónde, o, sea el producto sólo de un exceso de comida y de ahí la presión en mi mente, detrás de mis ojos, una aureola (¿el mandala? que luz es esa? qué falla mental provoca tal ilusión, cuál habitación de mi adn es la mutada, responsable de vista corta o demasiado larga)
¿porqué sueño con reyes y reinas de carne y hueso?
un andar helado y desértico aunque con oasis tan refrescantes y transparentes que tientan a cualquier nauta en la isla móvil de sus sueños, centro de gravedad de todo mundo