vi, en el peso de tus ojos, un mundo desconocido.

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mil noches de placer, mil tardes de amor abandonadas al santo impulso del saber (alguien me puede decir, qué carajo es). transitando un camino ciego, sin destino, aunque obstinado, como con una seguridad kantiana en lo trascendente o cartesiana en un solipsismo terapéutico. Antídoto contra la incertidumbre, sostenido sobre un dios numérico que se sostiene, a su vez, sobre ti.
vi, en el peso de tus ojos,
 un mundo desconocido.

También vi,
en una de las hojas del libro del destino
tu nombre
sin letras

Madre del Puente del Hombre.

(como es posible explicar que la ciencia y sus disciplinas se desarrollan a la sombra de los hechos de la historia humana, será posible también explicar esta pregunta y predecir futuros amaneceres y ocasos disciplinares?)



sueña el hombre cybernético
no dejar escapar ninguna ola,
atado a la novedad.