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-Quinto "D"
-Quinto "D" de Dedo?
- No, quinto "D" de Dios.

Haciéndonos los Boludos, como perro al que se están cogiendo.

Si ya has dado a alguien, dame también a mí; si no, empieza conmigo. D.e.S

sábado, 23 de octubre de 2010

Dios no llora, se mea de Risa

¡Dios no llora, se mea de Risa!, fue la sentencia que se oyó como el estruendo de un rayo en los alrededores de la plaza. Era el curandero Parópio en las escalinatas de la Catedral, ante un par de palomas que intentaban montarse entre sí y una multitud de ratas nerviosas, que desde enfrente, observaban atónitas la danza pagana  que con aires operísticos realizaba el viejo harapiento.

La Gente que pasaba frente a Él lo observaba; algunos con indiferencia, otros, reían al ver como el viejo tambaleaba en una especie de ritual ancestral. Pero nadie comprendía cómo, con tan paupérrimo semblante, no caía por las escalinatas.

Este Diógenes moderno; cínico entre los cínicos, beodo eterno, loco perdido con tantas convicciones; era cual Noche al Día, Mal al Bien, Diablo al Dios,  para ésa Gente alienada con sus miradas de vacas perdidas en un verde mar.

Era todo lo que Ellos debían ver para reafirmar sus convicciones, para sentir que sus vidas valían la pena, para llegar a sus hogares y estar felices de tener uno, para disfrutar todas las comodidades del hombre civilizado, para exitarse al encontrar a su mujer arreglada para ése trámite que seguro vendría luego de cenar, luego de ese beso en la frente a sus hijos, de esa charla banal, de una dosis de Tv, de ese juego presexual que ambos aborrecen. Finalizado el sexo, quizá volverían a pensar en ese Loco, y con una mueca en la cara llegarían al sueño profundo que visita a los conformistas.

Puede que sufran pesadillas, quizás sean con el Loco Parópio pero al despertar sus ojos percibirán todo su entorno, y nuevamente se enamorarán de la persona que está a su lado, se sentirán felices por sentir el abrazo desinteresado de sus pequeños, amarán sus casas; sus autos, sus baños, sus ropas. No dudarían de la felicidad que sienten, que es lo auténtico,  lo original,  lo único. Como así también son únicas; sus casas, sus autos, sus ropas, sus estúpidos y obviamente únicos golden´s retriever, sus anteojos edición especial.

Parópio, ahí desde las escalinatas comprende el error. Todo es igual. Él, también se creyó especial, loco, fuera de serie, outsider. Y se sintió feliz, y creyó haber hallado la senda. Hasta que se derramó sobre si otra parte de la realidad, vio que no era el único. Eso fue suficiente. Dejó todo lo que creía que lo hacía único, comenzó a hablar solamente con los animales, llegó el tedio y tuvo un último pensamiento. Comprendió la tragedia y la comedia. Dios no llora, se mea de Risa.

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